sábado, 11 de agosto de 2012

Eres un ente.

Eres un ente.

Eres un ente al que quiero a mi lado, para no soltarte jamás. Robarte todo el cariño que me debes, secarte todas las lágrimas que me causaste, devolverte uno a uno todos los besos que me robaste, repetirte una a una todas esas palabras de (des)amor que me desgarraron el alma. 

… Y torturarte con el amor más amargo que jamás soñaste.

Lanzarte al olvido del que nunca debí rescatarte, ahogarte en esta miseria de contigo-ni-sintí en la cual me asfixiaste. Pasar tu página, arrancarla y hacerla trizas, así no desentonará junto a mi corazón.

No tener que maldecir tu nombre al despertar por haberte conocido, ni el mío, al anochecer, por haber huido.

Volver a levantar uno a uno los pilares de este castillo, con el recuerdo de la gloria en mis manos, el paraíso en la yema de mis dedos y la visión de un futuro desafiante.


Tarea del día: “Coger el eco de tu acento y encerrarlo en los recovecos de mi memoria”.


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