lunes, 22 de agosto de 2011

Puerto final.



El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.



¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? -le preguntó.


Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.

Toda la vida - dijo.



                                                      



Gabriel García Marquez.
El Amor en los Tiempos del Cólera.




jueves, 18 de agosto de 2011

Últimas páginas.

No podía sortear un recóndito sentimiento de rencor contra el marido por haberla dejado sola en medio del océano. Todo lo suyo le provocaba llanto: la piyama debajo de la almohada, las pantuflas que siempre le parecieron de enfermo, el recuero de su imagen desvistiéndose en el fondo del espejo mientras ella se peinaba para dormir, el olor de su piel que había de persistir en la de ella mucho tiempo después de la muerte. SE detenía a mitad de cualquier cosa que estuviera haciendo y se daba una palmadita en la frene, porque de pronto se acordaba de algo que olvidó decirle. A cada instante le venían a la mente preguntas cotidianas que sólo él le podía contestar. Alguna vez él le había dicho algo que ella no podía concebir:: los amputados sienten dolores, calambres, cosquillas, en la pierna que ya no tienen. Así se sentía ella sin él, sintiéndolo estar donde ya no estaba.


Gabriel García Márquez.

El Amor en los Tiempos del Cólera.

viernes, 5 de agosto de 2011

3:44 a.m.

Perdón, perdón y mil veces perdón a los que me soprtáis día tras día, a los que me escucháis incondicionalmente sin posibilidad de dar consejos. Perdón por no poder mostraros el lado bueno, ese lado divertido que ultimamente sale bien poco. Ya lo hará ;)

Mi cuerpo y sobre todo mi mente me pide relajarme, estar en paz y sereno aunque sea por unos días. Como una pequeña tregua antes del próximo bombardeo. Estoy un poco cansado de horarios, estrés, viajes agotadores (aunque a la vez irrepetibles), madrugones, clases, y sobre todo del tiempo libre. Estoy cansado de todo aquello que anhelaba y anhelo. Solo pido una pequeña parada en el camino para recuperar fuerzas y seguir adelante con mis sueños.

¿Sabes qué? Hoy, por primera vez, no he sentido ni nervios, ni ansiedad, ni emoción, ni vértigo... al pensar en todo lo que me va a ocurrir... sino un poco de miedo. Hoy me he empezado a dar cuenta cuánto voy a añorar este pequeño desastre donde duermo y últimamente casi vivo. Ojalá me lo pudiera llevar conmigo :) sé que me haría todo más llevadero.

No es un miedo aterrador el que tengo. Tampoco es un miedo histérico. Es esa clase de miedo que se siente cuando sabes que vas a añorar más de lo que pensabas. Ese miedo traidor que aparece cuando los eventos se aproximan casi sin ser advertidos para recordarte que el tiempo pasa y pasa y no lo estás disfrutando a tu manera.

Hoy solo necesito unos días de tregua conmigo mismo y todos aquellos que se apunten y estén dispuestos a seguirme el ritmo o, como mínimo, a negociar un término intermedio en el que yo salga ganando :D


De momento dejo esto "entre-abierto" por vacaciones. ¡Hasta el lunes!


miércoles, 3 de agosto de 2011

Era Inevitable

ERA INEVITABLE: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados

Esto es como un bucle, no deja de girar y girar sin rumbo fijo ni parada con final feliz. Eso sí, acabo siempre en el mismo punto. Ya llegué a mi parada, cojo mis maletas y me bajo un poco mareado por tantas vueltas al rededor de tu corazón, confundiendo los letreros de entrada y salida. Finalmente, acabó el trayecto. Ya estoy aquí, de nuevo.

Otra vez tengo que volver a ocupar mi tiempo sin saber a qué hobby aferrarme para mantenerte lejos de mí. ¿Qué será esta vez?... ¿baile, de nuevo? ¿cine? mmm... al final caeré de nuevo en las garras de la literatura, eso sí, esta vez por placer. Droga para mi cerebro y anestesia para mis sentidos, pero... ¿qué hago para que deje de latir? ¿Cómo me libro de esta irracionalidad? Quizás es lo que me hace especial :P Seguramente, como todos sabemos, no hay cura que cicatrice mejor que una buena dosis de tiempo, con píldoras de paciencia cada 12 horas para aliviar el dolor ocasional.

Mucha suerte... ¿o eso se dice no?

"Buenas noches"


No había nadie más elegante que ella para dormir, con un esbozo de danza y una mano sobre la frente, pero tampoco había nadie más feroz cuando le perturbaban la sensualidad de creerse dormida cuando ya no lo estaba. El doctor Urbino sabía que ella permanecía pendiente del menor ruido que él hiciera, y que inclusive se lo habría agradecido, para tener a quien echarle la culpa de despertarla a las cinco del amanecer. Tanto era así, que en las pocas ocasiones en que tenía que tantear en las tinieblas porque no encontraba las pantuflas en el lugar de siempre, ella decía de pronto con voz de entresueños: <<Las dejaste anoche en el baño>>. Enseguida, con la voz despierta de rabia, maldecía:

- La peor desgracia de esta casa es que no se puede dormir.

Entonces se volteaba en la cama, encendía la luz sin la menor clemencia para consigo misma, feliz con su primera victoria del día. En el fondo era un juego de ambos, mítico y perverso, pero por lo mismo reconfortante: uno de los tantos placeres del amor domesticado.

El Amor en los Tiempos del Cólera.