jueves, 4 de octubre de 2012

¿Y qué soy yo cuando te vas?





¿Y qué soy yo cuando te vas?
 Lo soy todo. Todo lo que pudimos haber conseguido. Los mismos sueños, aunque me desvíe del camino. Las mismas metas, ahora con una recompensa diferente. El mismo payaso, pero con distinta careta. 


Esta vez navego solo, y no comparto los remos con nadie.
 No toques el timón,
que aquí el ritmo y el rumbo
 lo marco yo.

lunes, 1 de octubre de 2012


Hoy, una vez más, voy a ser egoísta e irracional.

No quiero que seas feliz.

Está feo decirlo, sentirlo y desearlo. Incluso está feo creer que es posible.


Pero, es que no quiero que seas feliz.

Simplemente duele. No quiero nada contigo. Sin embargo, no soporto hacerme a la idea de que alguien te pueda hacer más feliz de lo que yo jamás pude. En eso se quedó, en un mero intento que ya, poco a poco, se va borrando. Ese paseo por la playa no es más que un par de pisadas desdibujadas por un mar que agita tu corazón.

Lo ilógico de todo esto hace que hasta vaya perdiendo la inspiración, a pesar de que el dolor siga ahí.

Quizás solo sea el hecho de que me encanta ser el centro de atención.

Estoy feliz, hago lo que quiero. Poco a poco me voy convirtiendo en el proyecto de persona que tengo en mente. Voy dándome forma, como hacían Sam y Molly con la cerámica girando en el torno. Pero esta vez sin ese sexo tan erótico como bonito. Como se suele decir... "no me puedo quejar". Sin embargo lo hago. Me quejo, me quejo mucho. Ese afán de tener lo que no poseo me persigue y yo me dejo atrapar, aún sabiendo que la posibilidad de mejorar y avanzar quedó un poco atrás en este juego peligroso.

Intento desearte lo mejor. Le abro paso a una burlesca hipocresía que se cree triunfante. Un bufón que viste de seda. Es el títere que manejo a mi antojo, hasta que vuelvo a la realidad.

¿Celos? No de ti, no de él; sino de nosotros. Celos de nosotros, celos de mí. Celos de ese "yo" que cogía autobuses a escondidas, que cruzaba un país entero por amor. Solo por eso. Celos del amor. Ese amor ciego, pasional y arriesgado. Amor de verdad, sin reservas.

Hablo de "ese yo'  porque tengo la certeza de que este egoísmo del que estamos hablando me ha hecho cambiar demasiado. Ese amor no está ya hecho para mí. Un amor de tales características merece una persona inocente, sin maldad ni rencor. Merece un corazón "a estrenar". Una sonrisa tierna, no irónica. Una mirada que destelle, no suspicaz. Una caricia al alma, no al cuerpo. Un olor que hipnotice, no lujurioso. Un sabor a entrega, no arrebatador. Un susurro al corazón, no a los sentidos.

Y aquí está la solución, aunque el método para aplicarla no esté aún claro. Soy yo el que falla, pero no pienso ponerme remedio.

No quiero que seas feliz. Pero, corre. Ve y hazle feliz. No dejes que se convierta en ese "
yo".