Eres un ente.
Eres un ente al que quiero a mi lado, para no soltarte jamás. Robarte todo el cariño que me debes, secarte todas las lágrimas que me causaste, devolverte uno a uno todos los besos que me robaste, repetirte una a una todas esas palabras de (des)amor que me desgarraron el alma.
… Y torturarte con el amor más amargo que jamás soñaste.
Lanzarte al olvido del que nunca debí rescatarte, ahogarte en esta miseria de contigo-ni-sintí en la cual me asfixiaste. Pasar tu página, arrancarla y hacerla trizas, así no desentonará junto a mi corazón.
No tener que maldecir tu nombre al despertar por haberte conocido, ni el mío, al anochecer, por haber huido.
Volver a levantar uno a uno los pilares de este castillo, con el recuerdo de la gloria en mis manos, el paraíso en la yema de mis dedos y la visión de un futuro desafiante.
Tarea del día: “Coger el eco de tu acento y encerrarlo en los recovecos de mi memoria”.